Lo mismo puede ser inteligido y puede ser.
Parménides de Elea
Yo soy un combatiente por los intereses supremos de esta patria.
Álvaro Uribe Vélez
El amor que pudo morir, no era amor.
Bob Marley
El hombre, un ejemplo de la sin par paciencia de la naturaleza.
Christian Morgenstern
¡Cuántos vicios se evitarían, cuántos crímenes, nada más que con pagar al jornalero el lunes antes de entrar a trabajar, en vez del sábado cuando deja de trabajar!
Concepción Arenal
Aunque en el lado rojo no hubiera un solo soldado ni un solo fusil moscovitas, sería igual: la España roja es espiritualmente comunista rusa. En el lado nacional, aunque hubiera millones de italianos y alemanes, el espíritu de la gente es, con sus virtudes y sus defectos, infinitamente español, más español que nunca.
Gregorio Marañón
Si deseas ver la grandeza real de un hombre, observa la forma en que trata a sus inferiores, no a sus iguales.
J. K. Rowling
Soy un hombre diferente ahora, Watson. Es una ciudad diferente. Londres siempre es una ciudad diferente.
Jonny Lee Miller
El único hombre que es realmente libre es aquel que puede rechazar una invitación a comer sin dar una excusa.
Jules Renard
El deporte es el único entretenimiento que, no importa las veces que lo vea, nunca se sabe el final.
Neil Simón
No hablaríamos tanto en sociedad si nos diéramos cuenta del poco caso que hacemos de los otros cuando hablan.
Noel Clarasó
El hombre es un sol y sus sentidos son los planetas.
Novalis
Toda nuestra producción es una contrasentido. Al negocio no le interesan las necesidades de la sociedad, solo trata de aumentar las ganancias del negociante. Por eso, la industria fluctúa constantemente y está en una crisis crónica.
Piotr Kropotkin
El que verdaderamente ama, nunca mira su provecho.
Séneca
Confinar nuestra atención a cuestiones terrenales sería limitar el espíritu humano.
Stephen Hawking
Una vida cuyo último y único sentido consistiera en superarla o sucumbir, una vida, por tanto, cuyo sentido dependiera, en última instancia, de la casualidad no merecería en absoluto la pena de ser vivida.
Viktor Frankl