Amor mío, nos hemos encontrado sedientos y nos hemos bebido toda el agua y la sangre, nos encontramos con hambre y nos mordimos como el fuego muerde, dejándonos heridas. Pero espérame, guárdame tu dulzura. Yo te daré también una rosa.
Pablo Neruda
El fin de la creación literaria es iluminar el corazón de todos los hombres, en los que tienen de meramente humano.
Alfonso Reyes Ochoa
Amigo mío no pretendo herirte, pero tengo que decirte la verdad.
Axel Fernando
La soledad no la sienten solo los tontos.
Dave Mustaine
La confesión hace posible el acceso a la certeza.
Dietrich Bonhoeffer
La pintura abstracta: Es la expresión total de una nueva generación cuyas necesidades y aspiraciones que experimenta constituyen una respuesta.
Fernand Léger
Porque costumbre es de los amadores dar a entender a sus pensamientos cosas falsas e imposibles, para hacer que no den crédito a las ciertas y verdaderas.
Gaspar Gil Polo
La certificación es una manera de manipular el mercado y es concebible sólo para una mente escolarizada.
Iván Illich
Me parece que me matan un hijo cada vez que privan a un hombre del derecho de pensar.
José Martí
Si se trata de penetrar en los misterios de la naturaleza, es muy importante saber si es por impulsión o atracción que los cuerpos celestes actúan los unos sobre los otros; si es alguna materia sutil e invisible la que opera sobre los cuerpos impulsándolos unos sobre otros, o si están dotados de una cualidad escondida y oculta gracias a la cual se atraen mutuamente.
Leonhard Euler
Los periodistas no pueden, ni deben, ser socios de los políticos. Por eso, a la larga, cada periodista está en el lugar que se merece. Y la gente lo sabe.
Miguel Angel Granados Chapa
Hay una distancia inconmensurable entre tarde y demasiado tarde.
Og Mandino
El vino es color de rosa. Quizás no sea la sangre de la vid, sino la sangre de las rosas.
Omar Jayam
El hombre nunca debe llorar frente a una mujer por otra.
Pedro Baldera
Asturias, verde de montes y negra de minerales.
Pedro Garfias
Tienes tanto encanto como una babosa muerta.
Suzanne Collins