Cuando el 8 de agosto de 1897 Cánovas del Castillo cayó muerto por un disparo terrorista, Iglesias dijo: Condenamos los crímenes de abajo tanto como los de arriba, aunque algunas veces los primeros sean corolarios de los segundos. Y añadía: No contribuyamos a convertir esta sociedad, inarmónica ya por antagonismo de intereses, en una sangrienta lucha de fieras.