La humanidad no nos pide que seamos felices. Sólo nos pide ser brillantes en su nombre.
Orson Scott Card
Durante la mitad de mi vida conviví con perros, y de ellos he aprendido mucho de cuanto sé, o creo saber, sobre las palabrasamor, desinterés y lealtad. Éstas no son frecuentes entre los humanos, al menos las dos últimas; y desde luego, tampoco la primera, amor, en el sentido en que podemos aplicarla a esos nobles animales.
Arturo Pérez-Reverte
Yo sí estaría dispuesto a dejarlo todo por las personas que quiero, y me siento muy orgulloso de reconocerlo.
Chayanne
El dolor, si grave, es breve; si largo, es leve.
Cicerón
Uno podría pasarse la vida reflexionando sonbre si mismo, y no darse cuenta de que no lo merece.
Elias Canetti
El hombre condicionado de esta manera transforma las cosas hasta que se tornan reflejos de su perfección. Esta transformación en lo perfecto es el arte.
Friedrich Nietzsche
Además de enseñar, enseña a dudar de lo que has enseñado.
José Ortega y Gasset
La vida humana eterna sería insoportable. Cobra valor precisamente porque su brevedad la aprieta, densifica y hace compacta.
Quiero decir que todos los que se enamoran, se enamoran lo mismo - el listo y el tonto, el joven y el viejo, el burqués y el artista. Esto confirma su carácter mecánico.
Amar a alguien es ponerlo en libertad, dejarlo ir.
Kate Winslet
Siempre hablamos de defectos análogos a los que tenemos, como si fuera una manera desviada de hablar de nosotros, que une al placer de absolvemos el de confesar.
Marcel Proust
Con el tiempo te das cuenta que el sentimiento de felicidad que encuentras con un hombre no necesariamente prueba que lo ames.
Marguerite Duras
Amar no es una palabra cursi, termina siendo cursi el que pretende amar sin usarla.
Roque Valero
Los sueños son segregaciones de pensamientos ahogados en germen.
Sigmund Freud
El deporte y las artes marciales son diferentes. En el deporte, hay tiempo. En las artes marciales no hay más que el instante.
Taisen Deshimaru
El comienzo del amor consiste en dejar que las personas a quienes amamos sean absolutamente ellas mismas, y en no presionarlas para que se amolden a nuestra propia imagen. En este caso, tan sólo amaríamos el reflejo de nosotros mismos reproducido en ellos.
Thomas Merton