Si tratas con un necio ordénale, pero nunca discutas con él; haciéndolo así perderías el tiempo y tal vez tus nervios.
Oliver Wendell Holmes
... el reto endémico al que siempre se han enfrentado las democracias durante su aparición a lo largo de la historia, un reto que hunde sus raíces en la dificultad intrínseca del autogobierno y en la vulnerabilidad al miedo que forma parte de la propia condición humana.
Al Gore
Las ganas de morir y las de amar son mellizas que me aman.
Armando Uribe Arce
No me arrepiento de querer arreglarlo, pero terminarlo.
Cecilia Giménez
Ahora mismo voy a seguir enfocando mis esfuerzos en la música, he estado esperando este momento toda mi vida.
Christina Aguilera
Los sitios webs deben centrarse en el contenido, en las palabras.
Jakob Nielsen
No me grites. Te respeto menos cuando lo hacés, y me enseñás a gritar a mí también, y yo no quiero perder el respeto por ninguno de los dos.
Jorge Bucay
Amigos. Nadie más. El resto es selva.
Jorge Guillén
La paz no se escribe con letras de sangre, sino con la inteligencia y el corazón.
Juan Pablo II
Los hombres justos toman tan en serio la justicia que, si dios no fuera justo, él no les importaría ni un comino.
Maestro Eckhart
Si se quiere acabar la guerra con otra guerra nunca se alcanzará la paz. El dinero gastado en tanques, en armas y soldados se debe gastar en libros, lápices, escuelas y profesores.
Malala Yousafzai
Padecemos menos dictaduras que antaño, solo Cuba y su candidata a secundarla, Venezuela, y algunas seudodemocracias populistas y payasas, como las de Bolivia y Nicaragua.
Mario Vargas Llosa
Si mi virtud es tener mil defectos, ¿y que mas te da?
Rapsusklei
La soledad es ese montón de sonidos que no escucha nadie pero que hacen demasiado ruido...
Ricardo Arjona
La paz y la guerra empiezan en el hogar. Si de verdad queremos que haya paz en el mundo, empecemos por amarnos unos a otros en el seno de nuestras propias familias. Si queremos sembrar alegría en derredor nuestro precisamos que toda familia viva feliz.
Teresa de Calcuta
Más vale no haber oído nunca los nombres de afán y de justa ambición, que vivir desconcertado e inquieto por un espíritu que, a cada paso, se vuelve atrás para considerar su obra; luego vuelve a cobrar ánimos para seguir, y nuevamente siente que algún vano pensamiento pende amenazador, como un veto, sobre sus esperanzas.
William Wordsworth