La corriente alterna, especialmente de alta frecuencia, pasa con sorprendente libertad incluso a través de gases ligeramente enrarecidos.
Nikola Tesla
Los intelectuales no son, por necesidad, los que se enfrentan a los problemas colectivos; son también los que los enmascaran.
Amando de Miguel
Que lo irracional se deja en cierto modo persuadir por la razón.
Aristóteles
Aún es pronto para matar príncipes.
Brad Pitt
¿Quieres mirarme ahora a los ojos y decirme que me quieres?
Daphne du Maurier
Nunca me has amado. Sólo has pensado que es agradable estar enamorado de mí.
Henrik Ibsen
A principios del siglo XVII bautizar a todos los esclavos antes de que partieran de África. Por lo general a los cautivos no se les daba ninguna instrucción religiosa antes de la ceremonia y muchos de ellos, acaso la mayoría, ni siquiera sabían que existía un Dios cristiano, de modo que el bautismo se llevaba a cabo mecánicamente.
Hugh Thomas
Después de la muerte de mi hija Paula, pasé tres años tratando de exorcizar la tristeza con ritos inútiles. Fueron tres siglos con la sensación de que el mundo había perdido los colores y un gris universal se extendía sobre las cosas inexorablemente.
Isabel Allende
El crítico es un hombre que espera milagros.
James Gibbons Huneker
La Casa de la Moneda, la real, aquella que fuera presidida por don Armando Gostanián, ya no tendrá que compartir la impresión de los miles de millones de billetes de cien pesos. Con la colonizadora Casa da Moeda do Brasil.
Jorge Asís
El objetivo de los primeros filósofos era buscar explicaciones naturales a los procesos de la naturaleza.
Jostein Gaarder
Nada precisa de ser reformado tanto como las costumbres ajenas.
Mark Twain
La primera vez es una gracia, la segunda vez es una regla.
Proverbio Chino
Tu libertad para agitar los brazos termina en donde comienza mi nariz.
Stuart Chase
Más vale retener al diablo a la puerta que echarlo de casa.
Thomas Fuller
¿Sabes cuál es el animal más peligroso del zoológico? Había una flecha que señalaba una pequeña cortina. Tantas eran las manos curiosas e impacientes que tiraban de ella que cada dos por tres teníamos que cambiarla. Detrás de la cortina había un espejo.
Yann Martel