Su teoría es disparatada, pero no lo suficientemente disparatada para ser verdad.
Niels Bohr
me miras y me reconoces, pero en ese momento de lucidez no sabes realmente quien soy, tranquilo es solo una imagen de mi mismo que te recuerda a la images de un rockstar.
Anónimo
Los abogados de nota saben bien el Derecho civil, que es el derecho de los ricos, pero no saben el Derecho penal, que es el derecho de los pobres.
Antonio Cánovas del Castillo
Y todas estas cosas se llaman sustancias porque no se predican de un sujeto, sino que las demás cosas se predican de éstas.
Aristóteles
Soy la maldita mejor dama que ha existido.
Bette Davis
Nadie envejece por vivir años, sino por abandonar sus ideales. Eres tan joven como lo sea tu fe, tu confianza en ti mismo, tu esperanza. Eres tan viejo como tu temor, tus dudas, tu desesperanza.
Douglas MacArthur
Nací en un tiempo en que la mayoría de los jóvenes habían de dejado de creer en Dios por la misma razón que sus mayores habían creído en Él - sin saber por qué.
Fernando Pessoa
Ha sido un proceso muy largo para que se me cayera la venda de los ojos y entendiera el dolor de los animales. Y que aprendiera que los animales son mis prójimos.
Fernando Vallejo
En vano he luchado. No quiero hacerlo más. Mis sentimientos no pueden contenerse. Permítame usted que le manifieste cuan ardientemente la admiro y la amo.
Jane Austen
Calor, amor. La historia tras la puerta.
Jorge Guillén
Aproveché que estaba libre de servicio para casarme, no fuera que malos vientos se me llevaran a la novia en otra dirección.
Louisa May Alcott
Tengo de mi raza el ascetismo y del diablo la soberbia.
Manuel Azaña
El que se preocupa por calamidades, las sufre por partida doble.
Og Mandino
Una mentira nunca puede deshacerse. Ni siquiera la verdad es suficiente.
Paul Auster
No convengo con la clasificación de France Football. Personalmente se lo habría dado a Raul y habría puesto Andriy Shevchenko en los cinco primeros.
Raúl González Blanco
Ante mis ojos. Vestido de gala, lo metieron en una bolsa de plástico y la ataron. Y, ya en esta bolsa, lo colocaron en el ataúd. También el ataúd, envuelto en otra bolsa. Un celofán transparente, pero grueso, como un mantel. Y ya todo esto lo introdujeron en un féretro de zinc. Apenas lograron meterlo dentro. Sólo quedó el gorro encima.
Svetlana Alexijevich