Es sobre la base de la voluntad del individuo, que la enseñanza libertaria puede ser encarnada en la vida real y limpiar el sendero que ayude al Hombre a deshacerse de todo espíritu de sumisión de su seno.
Néstor Majnó
El hombre que tenía el libro no estaba leyendo en voz alta, y nadie hablaba; todos parecían esperar a que ocurriera algo; sólo el muerto no esperaba nada.
Ambrose Bierce
Regreso a la Casa Blanca más decidido y más inspirado que nunca sobre la tarea que nos aguarda y el futuro que tenemos por delante.
Barack Obama
Estando siempre dispuestos a ser felices, es inevitable no serlo alguna vez.
Blaise Pascal
El hambre es el condimento de la comida.
Cicerón
Quien nada arriesga, nada teme.
Geoffrey Chaucer
El temeroso veneno llamado celos, una infeliz pasión que devora el miserable que se está trabajando con ella, y destruye el amor que le dio nacimiento.
Giacomo Casanova
Siempre he creído que lo bueno no era sino lo bello puesto en acción.
Jean-Jacques Rousseau
No hay gen para el espíritu humano.
Jude Law
No importa mucho dónde, dijo Alicia. Entonces no importa qué camino tomas, dijo el Gato.
Lewis Carroll
La humildad es la antecámara de todas las perfecciones.
Marcel Aymé
Cuerpo, compañero, juntos nos moriremos. No puedo no querer la sombra que tenemos, no apresar con ella el resplandor de un verso.
Marguerite Yourcenar
Nuestros votantes dejan de comer antes de no pagar la hipoteca.
María Dolores de Cospedal
Yo no creo en la astrología. Las únicas estrellas que puedo culpar de mis fracasos son las que caminan sobre el escenario.
Noël Coward
Realmente, el asesino ha sido un estúpido. Con haber preparado un cultivo de bacilos y dárselo en la sopa... Precisamente yo estaba tomando la sopa o en el café, quiero decir -agregó él-, la cuenta estaba liquidada. - ¿Y vos serías capaz de hacer tal cosa, de asistir a una agonía lenta? Aunque se reía a carcajadas, sus ojos estaban serios. Me contestó: ¿A una agonía? Y a diez... Si fuera necesario.
Roberto Arlt
La primera obligación de la inteligencia es desconfiar de ella misma.
Stanisław Jerzy Lec