Nosotros..., en fin, podríamos ser amigos, ¿no crees? - añadió. También podríamos ser raros ejemplares de una exótica raza de elefantes africanos bailarines -respondió el gato-. Pero no lo somos. Por lo menos -continuó con tono rencoroso, tras clavar una breve mirada en Coraline-, yo no.