Hace falta más valor para sufrir que para morir.
Napoleón Bonaparte
Adquirimos la costumbre de vivir antes que la de pensar.
Albert Camus
Un día te despiertas y eres otra persona.
Andy Warhol
Como la García, no hay ninguna.
Antonia García de Videgain
No tengo nada contra las lumis, ojo. Alguien tiene que parir a ciertos políticos de los que mojan en nuestras diecisiete salsas y nos animan el telediario.
Arturo Pérez-Reverte
Explícame qué cosa es el pecado, la muerte y el infierno, azufre y llama, cuando bajo los ojos de la gente en mi angustia, no me he unido a ti como el retoño se une al tronco.
Borís Pasternak
La excelencia de un regalo reside en su conveniencia y no en su valor.
Charles Dudley Warner
Ser honesto es aburrirse gratis.
Enrique Jardiel Poncela
Suspirar por una fe sólida no es la prueba de un convencimiento sólido, sino todo lo contario. El hombre que tiene una fe verdaderamente fuerte puede permitirse el lujo del esceptisismo.
Friedrich Nietzsche
Cuando Dios borra, es que va a escribir algo.
Jacques-Bénigne Bossuet
Lo que tiene forma es igual a lo que no tiene forma, y lo que está vivo es igual a lo que reposa. Esta es la verdad sutil, no un invento religioso, pero sólo quienes ya están altamente evolucionados lo entenderán.
Lao-Tse
La perfección del que imparte órdenes es ser pacífico; del que combate, carecer de cólera; del que quiere vencer, no luchar; del que se sirve de los hombres, ponerse por debajo de ellos.
Todo hombre tiene derecho a dudar de su tarea y a abandonarla de vez en cuando; lo único que no puede hacer es olvidarla.
Paulo Coelho
Yo no soy mi cuerpo; soy más. Yo no soy mi habla, mis órganos, el oído, el olfato; eso no soy yo. La mente que piensa tampoco soy yo. Si nada de eso soy, entonces ¿Quién soy? La conciencia que permanece, eso soy.
Ramana Maharshi
Los buenos escritores tocan la vida a menudo. Los mediocres la rozan rápidamente. Los malos la violan y la abandonan a las moscas.
Ray Bradbury
¡Qué disciplina, qué exactitud de pensamiento expresaba aquel cuerpo tenso y de juvenil perfección!
Thomas Mann