Llegue amar a Rousseau más y más y admirarlo más que cualquier otro ser humano. Pero esto solo comprobó mi ignorancia -comencé a traducir al alemán una pieza (Emilio) que ya había sido traducida al alemán casi medio siglo antes- y solo después me entere que ya había una traducción en alemán publicada por el editorial Campe. Después deje la traducción y me dedique a leer escritores alemanes.