La jubilación es la antesala de la muerte.
Miguel Delibes
La belleza no mira, sólo es mirada.
Albert Einstein
Mi trabajo es a dedicación plena.
Amancio Ortega
Al primer amor se le quiere más, a los otros se les quiere mejor.
Antoine de Saint-Exupéry
La ignorancia no sería ignorancia si solo se estimara en más que la ciencia.
Arturo Graf
Los ensayos son meditaciones dispersas.
Francis Bacon
Quisiera vivir para estudiar, no estudiar para vivir.
Mala cosa cuando en el ánimo se representa la temeridad con rostro de valentía, y la cordura con rostro de cobardía.
Francisco de Quevedo
Mide lo que sea medible y haz medible lo que no lo sea.
Galileo Galilei
La restauración de los derechos de la memoria es un vehículo de liberación. Sin la liberación del contenido reprimido de la memoria, sin la liberación de su poder liberador; la sublimación no represiva es inimaginable. El tiempo pierde su poder cuando el recuerdo redime al pasado.
Herbert Marcuse
¿Manchester? El Madrid es mi casa, soy madridista de corazón, blanco hasta la muerte.
Iker Casillas
Somos absolutamente incapaces de poder ofrecer a nuestros seres queridos la protección que quisiéramos contra todo peligro, contra cualquier dolor, contra las frustraciones, contra el tiempo perdido, contra la vejez y contra la muerte.
Jorge Bucay
Todas las cosas no son más que costumbre, señora, no hay nada a lo que uno no se habitúe, ¿no les gustaba a las damas romanas ver caer a los gladiadores a sus pies? ¿No llevaban ellas la ferocidad hasta querer que muriesen sólo en actitudes elegantes?
Marqués de Sade
Sé que a las damas les duele oír esto, pero si se casan, han aceptado el liderazgo de un hombre, su esposo. Cristo es la cabeza del hogar, y el esposo es la cabeza de la esposa, y así es como son las cosas, punto.
Pat Robertson
Sólo en la fortuna adversa se hallan las grandes lecciones del heroísmo.
Séneca
¿Qué te haría pensar eso? - preguntó, una contestación al azar, patética, pensó, que enmascaraba el terror que ahora sentía, que por fin se permitía sentir, y que era miedo a una pérdida de personalidad, de voluntad y dirección, miedo a amarlo como aún lo amaba.
William Gibson