Más mata una mala lengua que las manos del verdugo; el verdugo mata a un hombre, y una mala lengua a muchos.
Melchor de Palau
Nuestros espíritus son libros sellados que sólo se abren de vez en cuando para el mundo exterior.
Aldous Huxley
Así como el billete de ferrocarril se valora de acuerdo con la longitud del viaje a que da derecho, así el dinero se valora según la cantidad de poder adquisitivo inmediato que proporcione.
Alfred Marshall
Mientras el mundo exista, habrá hombres listos que vivan sin trabajar a expensas del público y los golpes irán siempre a dar en la hogaza, es decir, en la realidad.
Ángel Ganivet
A veces, lavándonos las manos, nos ensuciamos la conciencia.
Anónimo
Bajísimo natural ser bueno por complacer.
Antonio Hurtado de Mendoza
En los pequeños detalles y cuando se está desprevenido es cuando el hombre pone de manifiesto su carácter.
Arthur Schopenhauer
No tenía a nadie en el mundo y le era necesario buscar las huellas de la casa junto al río. Era un detective del pasado que buscaba sombras que le dieran la clave de su derrota. Cruzaría el tiempo para hablar con sus abuelos muertos. Era una paria. En ambos lados del océano era extranjera y sospechosa. Había huido a México, y después había huido de México.
Elena Garro
Lo que se imponía era ver a mis exmujeres, por lo menos a dos: la que me dejó y a la que nunca tuve.
Fabrizio Mejía Madrid
Si tienes el arco siempre tenso, muy pronto lo romperás.
Fedro
No se ha de correr tras la ocasión, sino aguardarla apercibido y cogerla.
Joaquín Setantí
Hay que refinar la conciencia. Que el hombre se asemeje en esto a un bebé recién nacido. Si él se hace tan sutil, no va a tener errores.
Lao-Tse
Chaplin es un hombre cuyo talento es para sorprenderse. En primer lugar, la comedia es su patio trasero. Es un genio, un genio del cine. Un talento para la comedia sin igual.
Marlon Brando
Cuando me despierto, el otro lado de la cama está frío.
Suzanne Collins
¡Dulce suspiro del alma universal, oh Libertad, santadiosa!
Vincenzo Monti
En mi opinión, los hechos no tienen nada que ver con La Verdad.
William Faulkner