Gracia es tener a Dios como cirujano cardiólogo, abriéndonos el pecho, retirándonos el corazón (envenenado como está con orgullo y dolor) y reemplazándolo con el suyo propio.
Max Lucado
Puedo dudar de lo que pienso, pero no del hecho mismo de dudar.
Anónimo
Para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada.
Edmund Burke
Yo sé que en la luz de una estrella me espera tu amor.
Enrique Santos Discépolo
La naturaleza nunca puso las piedras preciosas en una buhardilla, en lo alto de un cuarto piso, y así los hombres muy altos suelen tener cabezas muy vacías.
Francis Bacon
Nací para amarte con cada latido de mi corazón... Sí, nací para cuidar de ti, cielo, cada día de mi vida.
Freddie Mercury
El que busca una cosa, y solamente una, tiene la esperanza de encontrarla antes de que la vida termine. Pero el que busca todas las cosas dondequiera que va obtendrá de todo lo que siembra una cosecha estéril de remordimiento.
John C. Maxwell
¿Cómo te llamas?
Juan Tamariz
Previendo los títulos de mañana, aclaro que el ministro y yo nunca hablamos de cambiar las tarifas.
Julio de Vido
Perdonar sinceramente y de buena fe, perdonar sin reservas; he aquí la prueba más dura a que puede ser sometido el amor.
Louis Bourdaloue
Yo soy partidario de subvencionar y establecer conciertos con la enseñanza privada por una razón que he dicho aquí: los ciudadanos tienen derecho a elegir para sus hijos la educación que estimen oportuna.
Mariano Rajoy
El amor, cuando se hace público, aumenta de peso, se convierte en una carga.
Milan Kundera
Ayudamos a todas las provincias argentinas, y junto con todos los intendentes construimos la patria grande sin distinciones partidarias.
Néstor Kirchner
Soy aquel amante que nunca se muestra, muda en cada instante mi sombra siniestra.
Ramón María del Valle-Inclán
Por aquella época yo era todo un degustador de religiones: las probaba todas y no me tragaba ninguna, un poco como el Adolphus de Major Barbara (La comandante Bárbara) de Bernard Shaw.
Robert Anton Wilson
El destino de los hombres es la libertad.
Vinicius de Moraes