Es tan injusto. Te casas por amor, eres un buen marido, los hijos llegan, los años se van y, de repente, tu mujer está envejecida y cansada, su pelo encanece y su cuerpo engorda. Y tú, en cambio, sigues lleno de vigor. Y entonces te conviertes en un mártir de la distracción con otras mujeres.