No traigáis, a presenciar cómo abandono esta vida, a ningún doctor, lleno de frases y nombradía, para que sacuda su sapientísima cabeza y dé a la enfermedad, que no puede curar, un nombre sonoro.
No basta tener razón; mantenerla de una manera brusca y altanera, es deshonrarla y echarla a perder.