Todos los hombres tienen la misma parte de felicidad.
Marlene Dietrich
Es indudable que los judíos son una raza pero no son humanos.
Adolf Hitler
Luchamos contra la miseria pero al mismo tiempo luchamos contra la alienación.
Che Guevara
En muchos casos, hacemos por vanidad o por miedo más de lo que haríamos por deber.
Concepción Arenal
Sobre una torre había una mujer, de túnica blanca, peinándose la cabellera, que le llegaba a los pies. El peine desprendía sueños, con todos sus personajes: los sueños salían del pelo y se iban al aire.
Eduardo Galeano
De las almas creadas supe escoger la mía. Cuando parta el espíritu y se apague la vida, y sean hoy y ayer como fuego y ceniza, y acabe de la carne la tragedia mezquina, y hacia la Altura vuelvan todos la frente viva, y se rasgue la bruma... Yo diré: Ved la chispa y el luminoso átomo que preferí a la arcilla.
Emily Dickinson
Olvidar es vivir, perdonar es querer y es mejor buscar la fe en el porvenir que andar penando por las huellas del ayer.
Homero Manzi
Los necios viven más descansados, porque ninguna cosa les da pena ni enojo.
Juan Huarte de San Juan
De vez en cuando me fumo un recuerdo, su humo se pone delante y no me deja ver tanta estupidez coexistente.
Luis Alberto Costales
Me consideraba con derecho al respeto de todas las clases sociales, porque supe gobernarlas con legalidad, orden y prudencia. Me apartan de su seno manos crispadas.
Marcelo T. de Alvear
Si nosotros mismos no sabemos condenarnos o absolvernos ¿quién será capaz de hacerlo?
Mario Benedetti
Necesitamos pocas palabras para expresar lo esencial; necesitamos todas las palabras para hacerlo real.
Paul Eluard
Pueblo miserable, yo os compadezco; ¡algún día tendréis más dignidad!
Policarpa Salavarrieta
Tal vez si Freud en lugar de leer a Sófocles, hubiera leído a Pinocho habría inventado el complejo de Geppetto.
Roberto Benigni
He dicho muchas veces que la política es la segunda profesión más baja y me he dado cuenta de que guarda una estrecha similitud con la primera.
Ronald Reagan
El mar, el cielo, la montaña, las islas, vinieron a aplastarme en una sístole inmensa, después se apartaron hasta los límites del espacio. Pensé débilmente y sin tristeza en el relato que había intentado articular, relato a imagen de mi vida, quiero decir sin el valor de acabar ni la fuerza de continuar.
Samuel Beckett