Tú no eres mi hijo. Yo sólo te parí.
Marisa Paredes
Cualquier cosa es preferible a esa mediocridad eficiente, a esa miserable resignación que algunos llaman madurez.
Alejandro Dolina
Empezó a caer una nieve menuda, y de repente cayeron grandes copos. Aullaba el viento; había empezado la tormenta. En un instante, el cielo se juntó con el mar de nieve. Todo desapareció.
Aleksandr Pushkin
La verdad no es tan maravillosa como para satisfacer a los periódicos.
Anne Sullivan
Nunca tuve suerte con las mujeres, soporto con resignación una penosa joroba, todos mis familiares más cercanos han muerto, soy un pobre solitario que trabaja en una oficina pavorosa. Por lo demás, soy feliz.
Enrique Vila-Matas
Me gustan las mujeres inteligentes. Cuando se sale, no debería ser un concurso de mirar.
Frank Sinatra
El hombre sólo puede ser esclavizado cuando es bastante débil para escuchar la razón.
George Bernard Shaw
Vivir en el corazón de aquellos que hemos dejado es no morir.
Goethe
¡Maldito seas, Pávlov!
Iván Pávlov
Lo bueno que tiene morirse es que no hay que madrugar.
José Luis Coll
El Gobierno es del Pueblo y para el Pueblo, cuando es realmente ejercido por el Pueblo. Esta condición sólo la realiza un Pueblo que posea conciencia social y personalidad social.
Juan Domingo Perón
La miseria, la ignorancia, las enfermedades y los vicios esclavizan a los pueblos.
Lázaro Cárdenas
La belleza perece en la vida, pero es inmortal en el arte.
Leonardo da Vinci
Sentimos que aún cuando todas las posibles cuestiones científicas hayan recibido respuesta, nuestros problemas vitales todavía no se han rozado en lo más mínimo. Por supuesto que entonces ya no queda pregunta alguna; y esto es precisamente la respuesta.
Ludwig Wittgenstein
Si bien uno está contento de pertenecer a una red cultural, llega un momento en que se necesita más tiempo para la reflexión. De lo contrario, ésta es superficial, demasiado rápida, sin tiempo para asimilar, criticar, sopesar. Hace falta más tiempo para ensimismarse, para reflexionar en silencio y soledad.
Mario Bunge
Una mariposa roja como la sangre se le posó, cual un pétalo de rosa, sobre las rodillas y, mientras la miraba, sus ojos se llenaron de lágrimas. No era sólo la belleza del insecto lo que aceleraba los latidos de su corazón. Era su misma existencia, y el enigma de su existencia. La dominaba un ansia de adoración, pero no sabía por qué.
Taylor Caldwell