Las ideas eran esenciales, pero, si no las acompañaba una acción resuelta de las víctimas -las mujeres y los obreros-, las bellas palabras se harían humo y nunca saldrían de los mentideros parisinos.
Estoy así mejor. Con las dos manos diáfanas para encender la lámpara en la noche, cuando tú vuelvas.