Conviene pues cultivar la fantasía, y esto no sólo en los campos del arte, de la ciencia y de la técnica, sino también en la política, dominada por ideologías escleróticas. Para renovar nuestras sociedades necesitamos políticos con la imaginación de Borges o de un Einstein. No para escapar de los atroces problemas de la sociedad moderna, sino para abordarlos con tanta imaginación como información.