Nunca los niños tuvieron tantos juguetes, y nunca se han mostrado tan aburridos, escépticos y desinteresados por los mismos.
María Jesús Álava Reyes
Un día gastado en otros es un día gastado en uno mismo.
Charles Dickens
Grande y dorado, amigos, es el odio. Todo lo grande y lo dorado viene del odio.
Eduardo Lizalde
En mudas circunstancias el buen amigo se manifiesta.
Eurípides
Me gusta intentar lo que todavía no domino, lo que no sé hacer. La inseguridad compromete, me vuelve atento, astuto.
Fernando Meirelles
Todas las frases en el libro de la vida, si son leídas hasta el final, van a terminar en una interrogación.
Fernando Pessoa
Ya sea lento o rápido, el que está buscando encontrará. No hay nada en la vida que resista la voluntad enérgica de un corazón persistente.
Ignacio Novo Bueno
No hay virtud más eminente que el hacer sencillamente lo que tenernos que hacer.
José María Pemán
Realmente, no sé si con justicia o no, a mí no me admira el ingenio, porque se ve que hay muchos hombres ingeniosos en el mundo. Tampoco me asombra que haya gente con memoria, por grande y portentosa que sea, ni que haya calculadores; lo que más me asombra es la bondad, y esto lo digo sin el menor asomo de hipocresía.
Pío Baroja
Sería absurdo que nosotros, que somos finitos, tratásemos de determinar las cosas infinitas.
René Descartes
Hay tres maneras de hacer las cosas: la correcta, la incorrecta y la mía.
Robert De Niro
Las sombras de las montañas rocío en una hoja del taro.
Sugita Hisajo
Las ciencias traen consigo poco poder, porque no son muy visibles y no pueden reconocerse en ningún hombre.
Thomas Hobbes
No permitas que tu tranquilidad dependa de los sentimientos de los hombres. Cualquier cosa que digan acerca de ti, buena o mala, no lo eres a causa de otro hombre; porque así eres tú.
Tomás de Kempis
Ni hay, señor, cosa que más valga en los caballos, en los perros y en los hombres, que la sangre.
William Makepeace Thackeray
Todos los hombres tienen una natural e irrenunciable derecho a practicar el culto a Dios según los dictados de sus propias conciencias.
William Penn