¿Cómo iba yo a imaginarme que esta ciudad estuviera hecha a la medida del amor? ¿Cómo iba a imaginarme que estuvieras hecho a la medida de mi cuerpo mismo?
Marguerite Duras
La miseria engendra miseria, la pobreza, avaricia, la desgracia, indiferencia, y el amor, mi única riqueza, iba a hacerme peor, egoísta, mezquina, codiciosa.
Almudena Grandes
El tiempo sólo te sana lo que no importa ya.
Enrique Bunbury
Tengo que escoger lo que detesto: o el sueño, que mi inteligencia odia, o la acción, que a mi sensibilidad repugna; o la acción para la que no nací, o el sueño para el que no ha nacido nadie. Resulta que como detesto a ambos, no escojo ninguno, pero, como alguna vez tengo que soñar o actuar, mezclo una cosa con la otra.
Fernando Pessoa
Muchas veces somos demasiado exigentes con las promesas de los políticos. Estos personajes las utilizan para ofrecerse y venderse a los electores.
Fernando Savater
El fin último tanto del karate como del sumo era el mismo: el entrenamiento del cuerpo y de la mente.
Gichin Funakoshi
Hay una lengua nacional y una lengua estatal. Lo que habla el Estado es esa jerga ideológica, distorsionada, rota, que se escucha por doquier en la opinión pública bajo la dictadura.
Herta Müller
Las religiones son un gran negocio.
Ismael Leandry Vega
Las causas de los pueblos no admiten la menor demora.
José Gervasio Artigas
El gobierno sólo sirve de policía para cuidar los intereses del rico, y de verdugo y cruel azote para el pobre.
Librado Rivera
La Naturaleza lo formó y después rompió el molde.
Ludovico Ariosto
La paciencia, como todo lo que es humano, tiene su límite.
Mario Vargas Llosa
Hay mucha gente en el mundo, pero todavía hay más rostros, pues cada uno tiene varios.
Rainer Maria Rilke
Adán y Eva vivían en un lugar muy bonito que se llamaba Paraíso, que era uno como bosque lleno de flores, con pájaros, venados y leones. Pero los leones estaban amaestrados.
Roberto Gómez Bolaños
La depresión es la incapacidad de construirse un futuro.
Rollo May
Aquellos días la iniciativa, alma de la guerra, estaba abanderada por los alemanes. Avanzaban y avanzaban sin cesar hacia delante, y toda la furia de los contraataques soviéticos no lograba detener su movimiento lento, pero aborreciblemente decidido.
Vasili Grossman