Leandro Alem fue el tribuno que con su temperamento romántico concibió esta gran fuerza y se entregó a ella enteramente. El destino lo quebró en un momento de amargura, tal vez dudando de que la obra a la que entregaba su vidapudiera realizarce: ¡triste destino! Por eso su memoria tiene contornos trágicos de emoción profunda para todos los radicales.