La Bhagavad Gita, es hoy no sólo mi Biblia o mi Corán, es más que eso, es mi madre. A mi madre terrena, la que me dio el ser, la perdí hace ya mucho tiempo, pero su puesto lo ha ocupado desde entonces por completo esta madre eterna. Cada vez que me agobian las dificultades o me aflige el sufrimiento, busco refugio en su pecho.