Todo lo que los niños necesitan es un poco de ayuda, un poco de esperanza y alguien que crea en ellos.
Magic Johnson
Las cualidades del alma son las mismas que las del espíritu encarnado en nosotros, de modo que el hombre de bien es encarnación de un espíritu bueno y el hombre perverso lo es de un espíritu impuro.
Allan Kardec
Yo creo que se ven cosas en los ojos, los ojos son la ventana del alma.
Amy Adams
¿De quién dependen las reputaciones? Casi siempre de los que no tienen ninguna.
Charles-Joseph de Ligne
Estar triste equivale casi siempre a pensar en sí mismo.
Diane de Beausacq
El hombre es impotente frente al hombre: esta es su más dolorosa miseria.
Félicité Robert de Lamennais
Nada hay como un suspiro intercalado y entre suspiro y suspiro la melodía ininterrumpida.
Gerardo Diego
Nada dura lo bastante porque todo se acaba, y una vez acabado resulta que nunca fue bastante, aunque durara cien años.
Javier Marías
Los seres humanos son motivados únicamente por el deseo de obtener placer y evitar el dolor.
Jeremy Bentham
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol verde, sin pozo blanco, sin cielo azul y plácido... Y se quedarán los pájaros cantando.
Juan Ramón Jiménez
En el idioma que ya ha dejado de ser el mío, este tipo de nieve se llama qanik: grandes cristales, casi ingrávidos, que caen en forma de copos cubriendo el suelo con una blanca capa de escarcha en polvo.
Peter Hoeg
Buenas ideas, buenas palabras, buenas acciones. Como tú dices, papa.
Rami Malek
Denme la tormenta y la tempestad del pensamiento y la acción, más que la calma chicha de la ignorancia y la fe.
Robert G. Ingersoll
Pedí que me envolvieran para regalo el papel para envolver regalos, pero con otro papel para que mi hermano no supiera cuándo dejar de desenvolver.
Steven Wright
La ley es la prescripción de la razón, ordenada al bien común, dada por aquel que tiene a su cargo el cuidado de la comunidad.
Tomás de Aquino
Entrar en una novela es como hacer una excursión a la montaña: hay que aprender a respirar, coger un ritmo de marcha, si no todo acaba enseguida. En poesía sucede lo mismo.
Umberto Eco