¿Qué otra cosa me falta conquistar? Con un poco de suerte, mi ego. ¿Cómo sabré que he tenido éxito? Cuando deje de cuidarme de lo que la gente piensa.
Madonna
Examinar tu propia mente es lo peor que puede hacer un loco.
Charles Bukowski
Emplear demasiado tiempo en el estudio es pereza.
Francis Bacon
¡¿Qué hacemos con todas esta emociones que llevamos por dentro?! ¡Madre de Dios!
Gustavo Cerati
Bajo la delgada capa de moralidad en la que se escuda, el hombre es el mismo salvaje de hace diez mil años. La moral es patrimonio de la sociedad, una penosa adquisición a través de los años. Un recién nacido se convertirá en un salvaje a menos que sea adiestrado, educado en esa moral abstracta que hemos adquirido con el paso del tiempo.
Jack London
El primer paso hacia el bien es no hacer el mal.
Jean-Jacques Rousseau
Nada es constante, excepto el cambio.
Joey Tempest
No tomamos demasiado en serio el humor.
Konrad Lorenz
No hay una edad para empezar a ser galante ni para dejar de serlo.
Lin Yutang
Cuando me equivoco voy y me hago cargo legalmente de lo que hago. Cuando me equivoco, me lo recuerdan los seres que quiero y que me respetan, siempre necesito ser contenido, como todos los seres humanos, pero me contienen mis seres queridos, no el presidente del Athletic.
Marcelo Bielsa
La literatura es el arte de derribar paradigmas.
Marcelo Birmajer
Hay personas que quieren ver el mundo arder.
Michael Caine
Para el occidental contemporáneo, incluso cuando se encuentran bien, la idea de la muerte constituye una especie de ruido de fondo que invade el cerebro cuando se desdibujan los proyectos y los deseos. En otras épocas el ruido de fondo lo constituía la espera del reino del Señor; hoy lo constituye la espera de la muerte. Así son las cosas.
Michel Houellebecq
El erotismo sobrevive a todo.
Paul Bourget
Nunca vendas tu destino por el oro ni la comodidad.
Rubén Blades
No se puede negar que Hitler y Stalin están vivos hoy en día... que están a la espera de que nos olvidemos, porque esto es lo que hace posible la resurrección de estos dos monstruos.
Simon Wiesenthal