Recomendad a vuestros hijos que sean virtuosos, sólo la virtud puede traer la felicidad, no el dinero.
Ludwig van Beethoven
No he notado en las feministas mayor simpatía por las otras mujeres.
Adolfo Bioy Casares
¿Qué son mil años? El tiempo es corto para el que piensa, e interminable para el que desea.
Alain
¿Por qué ha sido instituido el gobierno? Porque las pasiones de los hombres no se ajustan a los dictados de la razón y la justicia sin una fuerza coercitiva.
Alexander Hamilton
Se dice que el tiempo cambia las cosas, pero en realidad es uno el que tiene que cambiarlas.
Andy Warhol
Nunca sabes lo que te motiva.
Cicely Tyson
Amo con amor de ternura a la raza indígena, por lo mismo que he observado de cerca sus costumbres, encantadoras por su sencillez, y la abyección a que someten esa raza aquellos mandones de villorrio, que, si varían de nombre, no degeneran siquiera del epíteto de tiranos. No otra cosa son, en lo general, curas, gobernadores, caciques y alcaldes.
Clorinda Matto de Turner
Alégrate de la vida porque ella te da la oportunidad de amar, de trabajar, de jugar y de mirar a las estrellas.
Henry van Dyke
Comienza tu obra; comenzar es haber hecho la mitad; comienza de nuevo, y la obra quedará terminada.
Jacinto Benavente
La gran lección de España fue quedarse sentada sobre las piedras y las tumbas y estarse allí a solas con Dios.
José María Pemán
No se puede hablar de decadencia española en sentido estricto, porque para decaer hay que caer desde algún sitio y España no ha llegado a cúspide alguna.
José Ortega y Gasset
Jack no solo tiene una familia, tiene un país.
Joseph P. Kennedy
Una de mis esperanzas es la desilusión creciente con la idea de que el gobierno es ese hermano mayor siempre sabio, todopoderoso, que puede resolver cualquier problema que salte en el camino.
Milton Friedman
Dichosos los pueblos cuyos anales son aburridos.
Montesquieu
Es el valor de un reino decadente donde el país que vela por la paz mundial es el que mas armas vende.
Nach
Cuando tenemos los grandes tesoros delante de nosotros, nunca los reconocemos.
Paulo Coelho