Las leyes de Dios no se deben romper, así que cuando vamos en contra de ellas, los que nos rompemos somos nosotros.
Lucas Leys
Entre todas las tierras del mundo Espanna a una estremança de abondamiento et de bondad más que otra tierra ninguna. ¡Ay Espanna! non a lengua ni engenno que pueda contar tu bien.
Alfonso X el Sabio
No hay que exagerar nada, ni la modestia.
Anatole France
Siempre me resultó un obstáculo en mi vida y en todo lo que emprendí que hasta una edad bastante avanzada no fuera capaz de formarme una idea lo suficientemente clara de la pequeñez y miseria de los hombres.
Arthur Schopenhauer
El dinero es un instrumento. El dinero no afecta al desarrollo del planeta.
Daniel Estulin
Acuérdate que debes comportarte en la vida como en un banquete. Si se pone algún plato delante de ti, puedes meter la mano y tomar honestamente tu parte; si sólo pasa por delante de ti, guárdate bien de detenerlo o de meter la mano en él temerariamente: antes, espera apacible a que vuelva a ti. Lo mismo debes hacer para con tu mujer, tus hijos, las dignidades, las riquezas y todas las otras cosas de este género.
Epicteto
Cuando hayas de sentenciar procura olvidar a los litigantes y acordarte sólo de la causa.
Deudas y mentiras andan, de ordinario, barajadas juntas.
François Rabelais
Y es que, por muy mayor que uno se haga, mientras viva siempre descubre cosas nuevas sobre uno mismo.
Haruki Murakami
La luz que enceguece nuestros ojos es oscuridad para nosotros. Sólo alborea el día para el cual estamos despiertos. Hay aún muchos días para amanecer. El sol no es sino una estrella de la mañana.
Henry David Thoreau
El cliente satisfecho traerá nuevas ventas.
James Cash Penney
Un conservador es alguien que admira radicales siglos después de muertos.
Leo Calvin Rosten
El puño oprime.
Manuel Fraga Iribarne
La libertad ajena amplía mi libertad al infinito.
Mijaíl Bakunin
Tanto sufrimiento fue un entrenamiento para saberte valorar.
Pablo Hasél
Más provecho hace el pan a secas en el propio hogar que el acompañado con abundantes viandas en la mesa ajena.
Pietro Aretino