¡Ved cuán poco hace falta para alargar la vida, y qué poca cosa reclama la naturaleza! Lo que da la salud a estos enfermos no es un vino generoso del tiempo de un antiguo cónsul desconocido, bebido en copa de oro o mirra. Es el agua clara la que les vuelve a la vida. Un río y el fruto de Ceres; ¡esto es todo lo que necesitan los pueblos!