El ser humano es un bicho feo, malo, y para peor piensa más que los animales.
Luca Prodan
Dije: traeré la playa a Xàtiva y se lo creyeron. ¡Si yo mando traigo la playa! Y van y se lo creen todos. ¡Serán burros!
Alfonso Rus Terol
El aburrimiento es una enfermedad cuyo remedio es el trabajo; el placer sólo es un paliativo.
Duque de Levis
La buena política conoce este secreto: cómo hacer morir de hambre a los que permiten vivir a los demás.
Eduardo Galeano
El caminante que sube a una montaña se vuelve dueño de sí mismo y responsable de su propia vida: no está sometido a los caprichos de los elementos como el navegante aventurero sobre los mares; menos aún como el viajero transportado en ferrocarril, simple carga humana facturada, etiquetada, controlada y expedida a hora fija bajo la vigilancia de un empleado uniformado.
Élisée Reclus
El bien no hace ruido y el ruido no hace bien.
Giuseppe Marello Viale
Los errores femeninos derivan casi siempre de su fe en el bien o de su confianza en la verdad.
Honoré de Balzac
Se revelaba la verdadera naturaleza del presente: era todo lo que existe, y todo lo que no fuese presente no existía.
Jean-Paul Sartre
La condición humana, la creación del Universo y los secretos que se ocultan en torno al mundo que conocemos serán siempre un misterio.
Josep Capsir
La soledad es como el apetito: no te das cuenta de lo hambriento que estás hasta que empiezas a comer.
Joyce Carol Oates
Canto de insectos. Un hoyo en la muralla ayer desapercibido.
Kobayashi Issa
¡Qué difícil es ser humilde cuando uno es tan grande!
Loquillo
Si nuestros amigos nos hacen favores, pensamos que nos los deben a títulos de amigos, pero no pensamos que no nos deben su amistad.
Luc de Clapiers
Nunca creí que las cosas sucedían por una razón... pero, con este resultado, se quitaron todas mis dudas.
Natasha Bedingfield
¡Viajero! Acércate y respira por fin este olor que cura de todo movimiento.
Paul Claudel
Anoche inventé un nuevo placer, y cuando lo iba a disfrutar por vez primera, llegaron violentamente a mi casa un ángel y un demonio. Entraron en mi puerta y disputaron acerca de mi nuevo placer. Uno gritaba: ¡Es un pecado! Y el otro decía: ¡Es una virtud!
Yibrán Jalil Yibrán