Es un crimen que justo cuando las arcas de varios gobiernos regionales están repletas de dinero gracias al canon que pagan las multinacionales, la inversión pública brille por su ausencia. Mientras los bancos ganan con los depósitos, los campesinos, los artesanos, los pequeños y medianos empresarios, la gente común y corriente no ve ninguna obra pública que los beneficie y eso es un pecado.