Vulnerable, al igual que todos los hombres, a las tentaciones de la arrogancia, de la soberbia intelectual que es la peor, debe permanecer sin embargo sincero y modesto, aunque sólo sea porque sus estudios constantemente le recuerdan que, en comparación con los objetivos gigantes de la ciencia, su propia contribución, no importa lo importante que sea, sólo es una gota en el océano de la verdad.