Para equipar la memoria hay que leer muchos libros; mas cuando queramos formarnos un gusto solido y un buen estilo, conviene leer pocos y todos ellos de aquel género que mejor se acomode a nuestras aptitudes.
Louis de Bonald
La televisión será la base de la opinión pública. Ha creado un mundo esquizofrénico en el que entre el individuo y lo global no hay nada.
Alain Touraine
La mujer obedece ciegamente al que se apodera de sus sentidos.
Anatole France
No sabes nada del amor porque no entiendes lo que son las concesiones.
Clive Owen
El arte, aunque sea descabellado, y lo bello, aunque sea desproporcionado, tienen siempre algún buen fin, o cuando menos, alguna buena intención, y en ese sentido algo tienen de intrínsecamente moral.
Eugenio María de Hostos
Si te llega la noche, no esperes que te llegue la mañana. Y si te llega la mañana no esperes que te llegue la noche. Toma de tu salud para tu enfermedad y de tu vida para tu muerte.
Ibn Omar
Es león de la metrogolden.
Jacobo Winograd
Al salir de ciertas bocas, la misma verdad tiene mal olor.
Jean-Jacques Rousseau
Cada decepción, triunfo, duda, sueño y amor por alguien, han producido su efecto. Lo que somos y lo que tenemos lo hemos ocasionado lentamente nosotros mismos.
Jim Rohn
El concepto del derecho que no corresponde a un deber es un derecho burgués, detrás del cual se esconde alguna alimaña de clase.
Nikolái Berdiáyev
Cada hombre debe conceder a sí mismo las emociones que él necesita y de la moralidad que se adapte a él.
Remy de Gourmont
Gana el que conoce primero la medida de lo que está lejos y lo que está cerca.
Sun Tzu
Cuanto más trabajas, más difícil es rendirse.
Vince Lombardi
Una palabra rara es en una página como un adoquín levantado en una calle.
Wenceslao Fernández Flórez
¡Hemos sido hechos donde todo se hace bien; somos la menor de las maravillas de una región en la que todo es maravilloso y digno del mayor Príncipe de la tierra!
William Beckford
El valor esencial está precisamente en la capacidad de permanecer al acecho en las tinieblas de la muerte y la inquietud.
Yukio Mishima