Otto Hahn y Fritz Strassmann fueron capaces de descubrir la fisión nuclear usando una química excepcional, una química fantásticamente buena, que estaba muy por delante de lo que nadie más era capaz en ese momento. Los estadounidenses aprendieron a hacerlo más tarde. Pero en ese momento, en 1938, Hahn y Strassmann eran en realidad los únicos que podían hacerlo, porque eran buenos químicos.