¿Me dejas que te invite a un coche?
Larry Ellison
Humor distorsiona nada, y sólo los dioses falsos se rió de sus pedestales terrenales.
Agnes Repplier
¿No podremos jamás en el mar de los tiempos echar ancla algún día?
Alphonse de Lamartine
Para hacer las cosas, debes amar hacerlo, no las consecuencias secundarias.
Ayn Rand
Nunca le mientas a un mentiroso.
Bryan Cranston
A veces las cuestiones son complicadas y las respuestas son sencillas.
Dr. Seuss
Por brillante que sea una acción, no deberá juzgársela grande cuando no es el efecto de un gran designio.
François de La Rochefoucauld
En algunos casos, los presentimientos toman un aspecto distinto. A veces, esta forma sustitutoria es mucho más cruda que la propia realidad.
Haruki Murakami
El mal economista sólo ve lo que se advierte de un modo inmediato, mientras que el buen economista percibe también más allá. El primero tan sólo contempla las consecuencias directas del plan a aplicar; el segundo no desatiende las indirectas y más lejanas.
Henry Hazlitt
La ingratitud es el precio del favor inmerecido.
Ignacio Manuel Altamirano
Las desgracias más temidas son, de ordinario, las que no llegan jamás.
James Russell Lowell
El que obra el mal para que pueda resultar algo bueno, paga su tributo al diablo para que le permita entrar en el cielo.
Julius Charles Hare
La mayor parte de la gente que compra sistemas operativos (si es que se molestan en comprarlo) no comparan las funciones subyacentes, sino el aspecto y sensación superficiales. El comprador medio de un sistema operativo no paga realmente, y no le interesa especialmente, el código de bajo nivel que asigna memoria y escribe bytes en el disco. Lo que compramos realmente es un sistema de metáforas.
Neal Stephenson
Incluso el amor es simplemente una cuestión de fisiología. No tiene nada que ver con la voluntad. Los jóvenes quieren ser fieles y no lo son; los viejos quieren ser infieles y no pueden.
Oscar Wilde
El periodista es sólo un escritor que cuando toma la pluma, no espera en inmortalidad.
Ugo Ojetti
Inicialmente, los enfermos creen conocer la causa de sus dolencias y justifican su visita al psiquiatra. Ellos se auto engañan a través de la valiente voluntad que les impulsa a venir. En la segunda visita ya se manifiesta el valor real de la voluntad y empiezan a entender la naturaleza incierta de esta.
Yukio Mishima