Sé lo que deseo: ser como Diana: fuerte, sexy, genial, especial.
Kristen Wiig
No tengo ningún problema en decirle a la gente: ¿Sabes qué? Yo no soy tu niñera, y yo no soy tu iglesia.
Adam Lambert
Cesa de definirte: concédete todas las posibilidades de ser, cambia de caminos cuantas veces te sea necesario.
Alejandro Jodorowsky
Cuéntame al oído si es sincero eso que has dicho, o son frases disfrazadas esperando sólo un guiño.
Amaia Montero
Cuando la felicidad viene a nosotros, no viene con aquellos ropajes con que nosotros esperábamos encontrarla.
Augusta Amiel-Lapeyre
El espíritu de un guerrero no está orientado a consentirse o quejarse, ni está orientado a ganar o perder. El espíritu de un guerrero sólo está orientado a la lucha, y cada lucha la vive como si fuera su última batalla en la tierra.
Carlos Castaneda
Todos los que dicen que mi vida es dudosa porque no hago como todos las cosas. Dios mío, como pierden el tiempo hablando de más.
Celeste Carballo
Me gusta tomarme un Martini. Dos como mucho. Después del tercero estoy debajo de la mesa. Después del cuarto estoy debajo del anfitrión.
Dorothy Parker
Mis éxitos y mis fracasos, lo bueno y lo malo que he experimentado, todo me ha demostrado que este mundo, tanto físico como moral, el bien sale siempre del mal, igual que el mal del bien.
Giacomo Casanova
Otra vez lo que se anhela, el éxtasis, el tú hecho de rosas...
Gottfried Benn
A veces llega uno casi a dudar de que ni el más sabio entre los hombres haya aprendido en su vida algo que valga la pena.
Henry David Thoreau
Juntarse esta es la palabra del mundo.
José Martí
En cuanto te des cuenta que no hay elección, entonces habrá elección.
Juliette Lewis
Feliz es el hombre que ha roto las cadenas que lastiman la mente, y ha dejado de preocuparse de una vez por todas.
Ovidio
Rosas, creced, pujad, multiplicaos hasta invadir las cajas de caudales, hasta impedir las ametralladoras, hasta sembrar la pólvora y el hierro de luz y primavera.
Ramón de Garciasol
Se derrama el misterio como un papel ajado, atropellando nuestro circo de asombro, todo el esperar castillos y brujas para salirnos del cuerpo como buscando los ángeles, los barriletes huidos, esos interminables bosques de lobos y caperuzas, esas casas de chocolate, de enanos y gigantes, esos silencios de la siesta en que uno cree volver al beso.
Roberto Jorge Santoro