El reconocimiento de una superioridad jerárquica no es ningún obstáculo para el amor. Los recuerdos deberían decirle a todo ser humano que, siendo niño, no amó menos, sino más, a aquellas personas a quienes admiró y a quienes claramente obedeció, siendo que no amó tanto a sus iguales y a quienes le estaban subordinados.