Al Padre de todas las cosas no se le puede imponer nombre alguno, pues es inengendrado. Porque todo ser al que se impone un nombre, presupone otro más antiguo que él que se lo imponga. Los nombres de Padre, Dios. Creador, Señor, Dueño, no son propiamente nombres, sino apelaciones tomadas de sus beneficios y de sus obras.