En cuanto te des cuenta que no hay elección, entonces habrá elección.
Juliette Lewis
Más bello que dar es no tener nada que dar, cuando se posee sólo lo necesario para el día y se deja lo demás para que otro lo recoja.
Ángel Ganivet
Los debates han puesto de manifiesto el error, pero no solucionan el problema, ya que ni siquiera saben que se debe entender por democracia.
António de Oliveira Salazar
Los más ilustrados de entre los griegos sostenían que la esclavitud era justificable siempre que los amos fueran griegos y los esclavos bárbaros, pero el caso opuesto era contrario a la naturaleza.
Bertrand Russell
En la sociedad hay dos clases de personas, los médicos y los cocineros; unos trabajan sin descanso para conservar nuestra salud y los otros para destruirla, con la diferencia de que los últimos están más convencidos de lo que hacen que los primeros.
Denis Diderot
Estás en mí, como latido ardiente, en mis redes de nervios temblorosos, en mis vetas de instintos borrascosos, en los mares de insomnios de mi frente.
Elías Nandino
La tierra es para quien la trabaja.
Emiliano Zapata
Nunca desprecies lo que parece insignificante, pues no hay ser tan débil que no pueda alcanzarte.
Esopo
No hay que caer en un peligroso culto exclusivo al placer, sino comprender los aspectos agridulces de la realidad y saber gozar de sus lados más felices y fructíferos.
José Manuel Rodríguez Delgado
La final, como todas las finales, había que ganarla, no jugarla.
José Mourinho
La risa inoportuna en un hombre es un grave mal.
Menandro
Eso de la inspiración es mentira. Eso que decimos los artistas de la inspiración, todo mentira. A mi lo que me gusta es estar tumbado.
Paco de Lucía
La existencia de un universo ordenado y coherente, que contiene estructuras complejas, organizadas y estables, requiere leyes y condiciones muy especiales.
Paul Davies
Primero son mis dientes que mis parientes.
Proverbio
Las traducciones aumentan los defectos de una obra y ensombrecen sus bellezas.
Voltaire
Prisionero de ti, vivo buscándote en la sombría caverna de mi agonía.
Xavier Villaurrutia