Que siempre para un pesar, por ocupada que esté, sobra en el alma lugar.
Juan Pérez de Montalbán
Jorge.- A tres mujeres así, tan perfectas, ¿no es una especie de deber nuestro traicionarlas?
Alejandro Casona
Carecer de libros propios es el colmo de la miseria.
Benjamin Franklin
La vanidad es el amor propio al descubierto.
Bernard Le Bovier de Fontenelle
El problema no radica en la religión, sino en la mente humana. Los practicantes sinceros de cualquier religión, muestran cualidades humanas esenciales: simplicidad, constancia, compasión y contento.
Dalai Lama
Los placeres raros son los que más nos deleitan.
Epicteto
El dinero no crea ideas, sino melancolía.
Günter Grass
No hay nada más peligroso que un amigo indiscreto; es a veces preferible un enemigo prudente.
Jean de La Fontaine
El hombre es una pasión inútil.
Jean-Paul Sartre
En este punto surgen nuevas dificultades, un frío intenso y la imposibilidad de respirar. La primera dificultad la salvamos mediante cierta fuerza innata en nosotros, la segunda poniéndole al viajero esponjas humedecidas junto a las narices. Una vez realizada la primera parte del trayecto, el viaje se hace más fácil.
Johannes Kepler
Escribir cuentos es una tarea seria y además hermosa. Arte difícil, tiene el premio en su propia realización.
Juan Bosch
Siempre hay alguien más granuja que uno mismo.
Pablo Palazuelo
Para dominar, el dominador no tiene otro camino sino negar a las masas populares la praxis verdadera. Negarles el derecho de decir su palabra, de pensar correctamente.
Paulo Freire
Detrás del gobierno visible se halla entronizado un gobierno invisible que no debe lealtad a nadie y no reconoce ninguna responsabilidad hacia el pueblo. Destruir este gobierno invisible, denunciar la blasfema alianza entre la corrupción económica y la corrupción política, es la principal tarea del estadista de nuestros días.
Theodore Roosevelt
La más noble corona es, y será siempre sobre la tierra, una corona de espinas.
Thomas Carlyle
No es digno de saborear la miel aquel quien se aleja de la colmena por miedo a las picaduras de las abejas.
William Shakespeare