Detrás de esta Iglesia, hecha de sangre y barro que ve ante usted, hay otra Iglesia, infinita e invisible, cuyos estandartes se alzan fuertes hacia el cielo. Esa Iglesia vive en las almas de los millones de fieles que aman a Cristo y su mensaje. Resurgirá de sus cenizas, llenará el mundo y las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella.