El príncipe no es señor sino administrador de los bienes de particulares.
Juan de Mariana
Solamente es juego cuando se juega al dinero. Si se juega por dinero lo que se quiere es ganar. Y ganar no es jugar sino trabajar.
Alberto Moravia
Yo, con un instinto profundo, elijo un hombre que provoca mi fuerza, que ejerce demandas enormes sobre mí, que no duda de mi coraje ni mi rudeza, que tiene coraje de tratarme como una mujer.
Anaïs Nin
Y no habléis demasiado pronto, pues la ruleta todavía está girando y no ha nombrado quién es el elegido, porque el perdedor ahora será el ganador más tarde porque los tiempos están cambiando.
Bob Dylan
En términos de liberación de estrés y placersensual, correr es lo que tienes en tu vida antes de conocer el sexo.
Christopher McDougall
Y yo ciego de mí te acepto a ciegas del esplendor terrible de tu llama tan frágil y menuda entre mis brazos.
Eliseo Diego
¿Que virtudes le encuentras a la España de ahora?
Fernando Sánchez Dragó
La verdad no tiene nada que ver con el número de personas a las que persuade.
Henri de Lubac
La gente dice que no existen las mujeres frígidas, sólo hombres inexpertos.
Irvine Welsh
Me encanta Dios. Es un viejo magnífico que no se toma en serio. A él le gusta jugar y juega, y a veces se le pasa la mano y nos rompe una pierna o nos aplasta definitivamente. Pero esto sucede porque es un poco cegatón y bastante torpe de las manos.
Jaime Sabines
Un idealista es alguien que no encontrará dificultad alguna a la hora de dibujar una circunferencia cuyo radio sea infinito.
Jesús G. Maestro
El político que nunca cometió un error nunca tomó una decisión.
John Major
El lenguaje es por esencia diálogo, y todas las otra formas de hablar depotencian su eficacia.
José Ortega y Gasset
- Etienne Feyder: ¿Cuándo tomará un descanso? - Miembro del equipo: Dice que ya descansó lo suficiente en prisión.
Julian Lewis Jones
Es necesario preparar a las masas en forma tal que ellas nos sigan con entera confianza.
Rosa Luxemburgo
Para poder escapar las penas eternas de la otra vida, procura sufrir tranquilamente por Dios los males de ésta.
Tomás de Kempis