Los grandes personajes saben que están llamados a permanecer en la historia.
Juan Antonio Cebrián
No hay infecciones de la sangre peores que las que se heredan de padres depravados.
Antonio Maura
El segundo atributo, que nosotros llamamos propio, es la providencia. Para nosotros no es otra cosa que el conato, que encontramos en la naturaleza total y en las cosas particulares, y que tiende a mantener y conservar su propio ser.
Baruch Spinoza
Cuando tu cabeza se encuentra en la boca del león, usa tu mano para acariciarlo.
Booker T. Washington
José Mourinho es el mejor del mundo.
Cristiano Ronaldo
El valor consiste en buscar la verdad y decirla, en no plegarse ante la ley de la mentira triunfante que pasa y en no hacernos eco en nuestra alma, en nuestra boca y en nuestras manos de los aplausos imbéciles y los abucheos fanáticos.
Jean Jaurès
Si un individuo es pasivo intelectualmente, no conseguirá ser libre moralmente.
Jean Piaget
Los diputados del pueblo, pues, no son ni pueden ser sus representantes, son únicamente sus comisarios y no pueden resolver nada definitivamente.
Jean-Jacques Rousseau
Creo haber encontrado el eslabón intermedio entre el animal y el homo sapiens: somos nosotros.
Konrad Lorenz
Dos leyes contrarias paracen estar luchando hoy entre sí. Una es una ley de sangre y de muerte que imagina sin cesar nuevos medios de destrucción y obliga a las naciones a estar constantemente preparadas para el campo de batalla. La otra es una ley de paz.
Louis Pasteur
Él lleva la semilla de la ruina en sí mismo.
Matthew Arnold
Cuanto más se tiene, más se desea, y en vez de llenar, abrimos un vacío.
Orison Swett Marden
Parecemos tan libres y ¡estamos tan encadenados!
Robert Browning
El hombre busca la felicidad; la mujer la espera.
Severo Catalina
Los puertos y las estaciones son mi pasión. Cada estación es distinta, cada uno lleva en sí mismo una lejanía diferente. Cada puerto, cada barco lleva una carga diversa. Son el mundo en nuestras ciudades.
Stefan Zweig
La soledad hace madurar lo original, lo audaz e inquietantemente bello, el poema. Pero también engendra lo erróneo, desproporcionado, absurdo e ilícito.
Thomas Mann