Los Kennedy no lloran.
Joseph P. Kennedy
Un imposible me mata, por un imposible me muero un imposible es querer al imposible que quiero.
Anónimo
O mueres como un héroe, o vives lo suficiente para verte convertido en el villano.
Christian Bale
Muchos de nuestros sueños parecen al principio imposibles, luego pueden parecer improbables, y luego, cuando nos comprometemos firmemente, se vuelven inevitables.
Christopher Reeve
Nadie llega jamás a la inmortalidad sino por el camino de la aflicción, y he aquí un gran motivo de consuelo para todo en nuestras penas.
Francisco de Sales
Nuestra vida está hecha más por los libros que leemos que por la gente que conocemos.
Graham Greene
El miedo se volvió la herramienta del Gobierno y así nuestro político fue nombrado a una posición creada recientemente, la de alto canciller.
Hugo Weaving
Los artistas han convenido en que lo más pintoresco y característico de cada pueblo es la roña, sea material o espiritual.
Jacinto Benavente
Sabemos qué es lo que hay que hacer y lo vamos a hacer. Y por eso hacemos lo que hemos dicho que íbamos a hacer. Y por eso seguiremos haciendo aquello que nos toca hacer, a pesar de que algunos no se crean que vamos a hacer los que hemos dicho que íbamos a hacer.
José Ramón Bauzá
El marxismo es todopoderoso porque es cierto.
Lenin
Vale más gozar con el cuerpo que gozar con el pensamiento.
Mahatma Gandhi
Y sé que no querrás volver a confiar en mi... Ya nadie confía en la energía nuclear después de lo de Chernobyl de Nuevos planes, idénticas estrategias. Desaparezca aquí.
Nacho Vegas
Más provecho hace el pan a secas en el propio hogar que el acompañado con abundantes viandas en la mesa ajena.
Pietro Aretino
El sentido último de la vida, es el drama.
Reneé Acosta
Así se disfraza el amor para su conveniencia.
Ricardo Arjona
Así era Venecia, la bella insinuante y sospechosa; ciudad encantada de un lado, y trampa para los extranjeros de otro, en cuyo aire pestilente brilló un día, como pompa y molicie, el arte, y que a los músicos prestaba sones que adormecían y enervaban.
Thomas Mann