Hay versos que, por su carácter, parecen formar parte del reino mineral; son dúctiles y resplandecientes. Otros, pertenecen al reino vegetal; tienen savia. Los últimos, finalmente, pertenecen al reino animal; tienen vida. Los más bellos son los que tienen alma; éstos pertenecen a los tres reinos, pero aún más a la Musa.