Un ancla encepada es peor que la más falaz de las falsas esperanzas que jamás embaucaran a los hombres o a las naciones dándoles sensación de seguridad.
Joseph Conrad
Los resultados no son tan importantes, nunca los miro. Si acaso, al cabo de tres o cuatro meses, Pablo Isla, el consejero delegado, me los enseña.
Amancio Ortega
En el fondo, soy bastante superficial.
Ava Gardner
La paz y la armonía constituyen la mayor riqueza de la familia.
Benjamin Franklin
Todo es mortal. Todo es inmortal.
César Fernández García
Por muchos años, aquí en Japón, el Karate permaneció enclaustrado detrás de las gruesas paredes de los templos, en particular aquellos de Budismo Zen; aparentemente no fue practicado por otra gente hasta que los samurái comenzaron a entrenarse en los templos y comenzaron a aprender el arte.
Gichin Funakoshi
En cambio a mí me corresponde el encontrar ocasiones de contrariarte y de discutir contigo tan a menudo como pueda.
Jane Austen
Soñar en teoría, es vivir un poco, pero vivir soñando es no existir.
Jean-Paul Sartre
Fatiguen lo menos que puedan la memoria de las niñas. No les hagan aprender de memoria cosa que no comprendan, y que antes no les hayan explicado. Y cuando no comprendan de una manera tengan mucha bondad y paciencia para explicárselo de otra.
Jerónimo Usera
Si hay un infierno especial para los escritores sería forzosamente contemplar sus propias obras.
John Dos Passos
Seamos libres, qué lo demás no importa nada.
José de San Martín
Las mujeres tienen un modo angelical de no darse cuenta de las familiaridades que los hombres se permiten con ellas.
Paul Bourget
Asimilar horizontes. ¿Qué importa si el mundo es plano o redondo? Imaginarse como disgregado en la atmósfera, que lo abraza todo. Crear visiones de lugares venideros y saber que siempre serán lejanos, inalcanzables como todo ideal.
Ricardo Güiraldes
Confiesa el delito el que huye del juicio.
Séneca
Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que habla.
Sigmund Freud
A menudo, cuando, acostado, me encuentro pensativo, brillan resplandores que iluminan mi ojo interior - bendita gracia de la soledad -, y entonces mi corazón se llena de placer y danza al compás de los narcisos.
William Wordsworth