Si queréis entregaros a Dios en el mundo, antes que sabios -ellas no hace falta que sean sabias: basta que sean discretas- habéis de ser espirituales, muy unidos al Señor por la oración: habéis de llevar un manto invisible que cubra todos y cada uno de vuestros sentidos y potencias: orar, orar y orar; expiar, expiar y expiar.
Solamente prosperan las bellas artes en aquellos países en que las mujeres son hermosas y graciosas.
Nadie nos va a regalar el éxito, pero nada ni nadie lo impedirán si sabemos aprovechar los recursos.