Una buena parte de los hombres no tienen más vida interior que la de sus palabras, y sus sentimientos se reducen a una existencia oral.
José Ortega y Gasset
Guárdate de las mujeres hasta los veinte años y aléjate de ellas después de los cuarenta.
Alejandro Dumas
La condición por excelencia de la felicidad es no pensar en ella.
Amado Nervo
Tantas poesías, tantas canciones, sobre algo que pasa en una exhalación.
Carey Mulligan
Si todo el mundo vive haciéndonos la guerra, yo necesito amor que me des tu paz, necesito arrancar todo lo que me hiera, necesito amor, necesito más, más libertad.
Celeste Carballo
Y en la alcoba que tu alma tapizaba de armiño, donde ardían los vasos de rosas de cariño, la soledad llamaba en silencio al horror...
Delmira Agustini
A menudo un sólo placer en la vida cuesta al alma un millar de lágrimas.
Francis William Bourdillon
Cuando tú das a cada uno una voz y das poder a las personas, el sistema generalmente termina ascendiendo realmente a un buen lugar.
Mark Zuckerberg
La individualidad es apenas una ficción breve dentro de una especie social.
Michel Houellebecq
El fin de la existencia del hombre no es otro que llegar a un alto grado de organización.
Oscar Wilde
En el bosque de amor, soy cazador furtivo; te acecho entre dormidos y tupidos follajes.
Ramón López Velarde
Amor es igual a incertidumbre por eso enamorarse es igual a estar vivos.
Roque Valero
Acabo de fabricar lo que hace 28 años juré no volver a crear. He creado una herramienta de muerte y lo he hecho con éxito. Lo he hecho porque filosóficamente estoy de acuerdo con tu objetivo. Puedo decir sin presunción que ésta es mi mejor espada. Si en tu viaje los dioses se interponen en tu camino, este acero los atravesará.
Sonny Chiba
Hoy se abusa del sexo y de la violencia.
Sophia Loren
El tablero es el mundo; las piezas son los fenómenos del Universo; las reglas del juego constituyen lo que conocemos como leyes de la naturaleza.
Thomas Henry Huxley
A diferencia de cualquier otra nación, aquí gobierna el pueblo, y su voluntad es la ley suprema.
William McKinley