La ley del talento, como la de la dicha verdadera, es el desinterés.
José Martí
Aquello que nos atemoriza pierde toda su fuerza en el momento en que dejamos de combatirlo.
Alejandro Jodorowsky
Y cigarras sonoras, y piedras calcinadas, se asoman a mis largas siestas, sin que concluya este lento desfile de puntos por mis manos. Y a ratos, en el aire que impregnan los manzanos, van y vienen dos frases: Eres mía. Soy tuya.
Alfonsina Storni
He temido siempre indignar a la razón, pero nunca a los hombres.
Conde de Mirabeau
Siento temor admiración del universo, pero no necesariamente creo que hay una inteligencia o agente detrás de él. Tengo una pasión por la visualidad de los rituales religiosos, sin embargo, a pesar de todo son completamente vacíos y carentes de sustancia. El incienso es poderoso y provocativo, ya sea budista o católico.
David Bowie
Creer en dios es aceptar nuestra debilidad y confiar en él.
Doménico Cieri Estrada
Los hombres de edad madura argumentan con exceso, consultan demasiado largamente, se arriesgan muy poco, se arrepienten demasiado pronto, y raras veces llevan adelante los negocios hasta su completa realización, antes se contentan con un éxito mediano.
Francis Bacon
Tenemos que ser el gran arsenal de la Democracia.
Franklin D. Roosevelt
Triste cosa es el sueño que llanto nos arranca, mas tengo en mi tristeza una alegría... ¡Sé que aún me quedan lágrimas!
Gustavo Adolfo Bécquer
La ignorancia es la madre de todos los crímenes. Un crimen es, ante todo, una falta de raciocinio.
Honoré de Balzac
El cielo es Dios por dentro.
María Vallejo-Nágera
Cuando pierdas el temor, algo nuevo encontrarás.
Miguel Mateos
Las mujeres lo negaran o lo aceptaran, pero lo que siempre quieren es que se lo pidamos.
Ovidio
Espero que podamos resolver estos problemas antes de salir de casa.
Paul Erdős
Los precios que ahora pagamos por la gasolina quizás parezcan altos, pero todavía no están ajustados en lo más mínimo al nivel mundial del precio del petróleo.
Paul Samuelson
Bajo el sol de medianoche los sueños tienden a ser de vivos colores.
Vladimir Nabokov