Confundido entre los transeúntes, José María López Lledín desanda ahora -y por siempre- las calles de la Habana Vieja. Gracias a la magia del escultor José Villa Soberón, su silueta de caballero medieval se perfila a la entrada del Convento de San Francisco de Asís, para que de boca en boca -como en las leyendas antiguas- sea develado el misterio de su identidad.